jueves, 1 de marzo de 2012

Adverso Pacem

Bueno, en la anterior entrada hablé de uno de los Circos de nuestros días. Ahora toca hablar de la paz. La paz es la ausencia de conflicto, el estado de gracia cuando no hay guerra ni violencia amenazando. ¿O no? ¿Cómo vivimos en nuestro día a día? Para vivir en paz ¿qué es más importante? ¿El sentimiento de seguridad o la libertad asumida?
Recientemente unas protestas estudiantiles por una situación muy concreta (las carencias materiales de muchos colegios e institutos en la Comunidad Valenciana, debidos a recortes agravados por una gestión cuestionable siendo amables) han evolucionado en un frente unido, contestatario y crítico con la forma en la que las fuerzas de seguridad entienden el orden como sinónimo de paz. Así, el uso de la violencia o de la fuerza policial, la amenaza y la autoridad sirve para mantener el orden, y el orden es sinónimo de paz. Una paz falsa, que es un disfraz para situaciones de injusticia y temor.
La reforma laboral en contexto de crisis, "vendida" o pergeñada para adaptar la forma de las relaciones entre empleado y empleador con unas casi apocalípticas cifras de paro. Incentivar la contratación mediante un abaratamiento no ya sólo del despido si no además del propio empleo, y abriendo la puerta a que una persona deba condicionar su tiempo desempleado no ya sólo a buscar trabajo o formarse (lógico), si no que además debería realizar voluntariado, una labor que parece pensada para cubrir sin coste el trabajo público. ¿Es esto paz social? ¿Es todo esto posible con la constitución social tal como reza?
Que los gobernantes de un país vean con sospecha a los ciudadanos, que las autoridades prefieran pactar entre sí y con empresas las medidas y formas de gobierno, en lugar de con todos los ciudadanos... no es democracia...
Que una persona utilice una institución opaca para delinquir, y que se haga mofa de la función de hacienda y la justicia de todos... (Adivinad a qué me refiero)
Todas estas cosas hacen que nuestra paz no sea más que una paz aparente, y si añadimos el terrorismo y el crimen organizado (en menor número en los países de nuestro entorno), la violencia machista (que no baja). Y las medidas para garantizar nuestra seguridad pasa por tener miedo y no ser crítico...
¿Cómo solucionarlo? ¡Pues ni idea! O más bien, que ninguna cosa que pueda decir es fácil, ni rápida ni sencilla. Las cosas que hay que hacer pasan por la pedagogía ciudadana, el ser inflexibles con las injusticias de forma valiente y pública. La violencia y abusos policiales fueron vistos y reales, y los agentes quebrantaron la ley, no ya con las cargas (eso ha de ser probado), sin no al no llevar su identificación. Es esa identificación lo que les da autoridad para pedir la documentación como forma de amedrentar, porque si no es hipócrita y opuesto, además de un abuso delictivo. Las instituciones, los funcionarios y los políticos son personas que tienen los mismos derechos y deberes que nosotros, cualquier otra cosa es un delito y una injusticia, no vale el "todos son iguales" o el "es que si no lo haces eres tonto" o "eso siempre ha sido así"... Porque no es verdad: la elección de los cargos políticos y la libertad de ideas y reunión, fueron conseguidos por nuestros abuelos y padres, pero parece que lo han empeñado junto con nuestra generación en nombre de la paz para ellos.
Admito que tengo mi prejuicio contra la generación anterior, que considera la especulación e hipotecar las siguientes generaciones es un riesgo pequeño, ya que se ven inmortales parece ser... Aunque dejando eso, los perjuicios para todos vienen de la mano con la falta de democracia y de equidad en la propia sociedad, el hecho de que no se pueda se ciudadano o trabajador, y que se pueda participar en la política sin tener que hipotecar la propia conciencia con lo establecido. La transparencia y la participación, imposible con los modos de hoy en día, son la única vía para hacer una sociedad más justa. ¿Son los partidos, los políticos o los ciudadanos? La responsabilidad es compartida, pero sobre todo son las convenciones y los intereses, e incluso algo tan simple como los problemas personales que se dan en nuestros políticos (gobernantes o no) en los mismos partidos. El olvidar el servicio y las propias ideologías no hacen si no restarle valor al esfuerzo de quienes pelean por hacer lo mejor, ¡tenemos que ir hacia adelante!
Y con este texto farragoso pero que necesitaba escribir os dejo hasta la próxima, de parte de vuestro amigo y ciber vecino Mario.

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