Eso hace que nadie se plantee el hecho de que las culturas propias o ajenas puedan caer en conflicto fuera del ámbito económico. Evidentemente esto falla. La asunción de las instituciones es que los ciudadanos son todos iguales, si algo rompe esto se debe solucionar. El resultado puede ser lógico, pero da miedo.
En concreto estoy hablando del problema del velo islámico: pañuelo en niñas, y velo integral en mujeres. El problema es que no se legisla en unos casos que sucedan, si no en el miedo a que unos fantasmas vistos en los medios de tierras lejanas nos quiten a nuestros ogros locales. El velo integral (burka afgano o el niqab) se ve como el mantenimiento de una cultura extraña en donde no le corresponde, una costumbre impuesta a ser observada, miedo a que no todo sea como "debiera". Realmente no importa si eso pasa en sus países, pero aquí no deben hacer lo. Realmente por lo tanto, es esta premisa y no la libertad de las mujeres, es el hecho de ver algo que no es "español". Ahí vamos mal, siendo una costumbre aborrecible y vergonzosa, no ha de superar se por el miedo al castigo, si no la educación, fuera de ningún tipo de identidad cultural si no entendimiento. Libertad contra tradición en ambas direcciones.
Eso nos lleva a una costumbre no lesiva, la cabeza cubierta, habría que ser muy racista para ver el pañuelo como algo denigrante, todo padre denigra a sus hijos diciéndolos como deben vestir. No es excepcional. Normas culturales basadas en la diferencia de "interior" y "exterior" y las diferentes tipos de actividades sociales y sus normas de ella hacen que uno deba estar descubierto en ciertas ocasiones y no en otras, según nuestras normas de etiqueta y norma. Así estas normas y costumbres evolucionan y cambian, puesto que al cabeza cubierta proviene de una norma de etiqueta para diferenciar una mujer casada de una soltera y luego de una mujer honesta de una que no, como siempre; en varios países del mediterráneo y medio oriente. Y esta costumbre o convención no dejó de estar presente hasta hace relativamente poco en otro país mediterráneo, el nuestro. Incluso el uso de pamelas no deja de ser un resto de esto. Por lo tanto la pedagogía nos demuestra que no es religión, es cultura, no es violencia es convención; de forma paralela e igualitaria se des dramatiza el asunto y obtenemos algo positivo para nosotros. El cuestionarnos a nosotros mismos.
Volviendo a la legislación divergente, la Ley de Igualdad no lo sería ¿Por qué? Porque permite bajo norma legislativa combatir las convenciones desiguales ¡Por encima y al margen de la cultura! Y más que una ley para los ciudadanos, es una ley para las instituciones, que deben atender la por encima de convicciones basadas en prejuicios individuales o sociales: ¿O acaso hemos olvidado las media centena de puñaladas sin ensañamiento? ¿La asunción de la violencia como cuestiones privadas? Ahí dejo eso, recordando por lo tanto que esa y otras leyes pueden ayudar a pelear con un problema cuestionable, pero que las leyes a medida son peligrosas, y racistas en este caso.
Y pronto más cosas (menos serias) de vuestro amigo y ciber vecino Mario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario