martes, 11 de agosto de 2009

La Paradoja de Inuyasha 2

Bien, aquí vamos de nuevo
Bien, aquí vamos de nuevo. Aquí está el segundo capítulo. La última vez olvidé decir que si tenían dudas o preguntas o críticas u opiniones, que me las mandasen a mi correo, bien. También aclarar que no me gustan los extranjerismos y por eso utilizo la traducción que hace Glenat en la versión manga que hay en mi país España, donde no meten la pata con los nombres y además que traducen todos los palabros. Repetir que todos los personajes de este Fanfic pertenecen a Rumiko Takahaishi y a todas las distribuidoras y editoriales que si tienen los derechos de su obra. Como último punto aviso que uso un par de situaciones vistas en otra obra de Rumiko ¿Alguien quiere decirme cuál es? (Por cierto en España el capítulo de Futurama se tradujo como La Paracaja de Furnsworth)

La Paradoja de Inuyasha:
De Mario Jiménez
Capítulo 2:
En el anterior capitulo de esta historia habíamos visto como nuestro héroes habían visto un curioso mundo paralelo donde pudieron comprobar su compatibilidad (y como la pigmentación no cambiaba apenas su aspecto). Ahora habían vuelto a su lugar correcto para encontrarse con un problema mayor.
-¿Qué? ¿No creerás qué?- Preguntó Kagome a Inuyasha.
- Sí estoy seguro –Dijo Inuyasha poniéndose serio- Ellos han llegado hasta aquí, y su rastro acaba justo en la propia caja. – Determinó Inuyasha, aseverándolo con un gruñido de preocupación.
- Pero podría ser que fueran olores de otros…
-¡Qué no, los olores entran sólo, no salen!
- Pero…- intentó refutar Kagome, justo cuando apareció Shippo.
- Hola Kagome,-saludó el pequeño zorro- no vas a creer lo que me hizo Inuyasha...
- Luego me lo explicas Shippo, antes necesito que me digas si has visto a Miroku y a Sango- Le cortó la apurada Kagome.
-Claro que les he visto- aseveró el pequeño- hasta que fueron a buscaros, primero Sango y luego Miroku, y no sé dónde están ahora.
Todas las esperanzas que Kagome se esfumaron, de forma parsimoniosa se giró con mucho cuidado recogió la caja. Había 2 puertecillas un poco sueltas, dos portales a dos mundos que podrían ser peligrosos. Kagome se estaba preocupando, “La Caja del Espejo” era peligrosa, y había puesto en peligro a sus amigos; era su responsabilidad salvarlos. Con determinación cogió su arco e iba a abrir la caja cuando Inuyasha le increpó:
-¿No pensarás ir sola? Yo te acompañaré.
-¡No!- dijo tajante Kagome- Hay 2 puertas, es fácil que ellos estén separados,-Se giró Kagome para terminar su alegato- esto ha sido mi culpa y yo debo hacerlo sola.
Apenas iba a hablar Inuyasha cuando Kagome es succionada por la caja. Inuyasha no pudo hacer más que mirar como desaparecía.
-¡Maldición! - Dijo Inuyasha mientras la caja daba 2 vueltas de campana al caer al suelo.
-¡Kagome ha desaparecido! ¿Qué está pasando Inuyasha?- se preocupó Shippo.
-Yo voy a buscarla, el problema es esta caja –comenzó Inuyasha- Mira Shippo, vigila la caja pero no la toques-Dijo él mientras cogía de los hombros a Shippo- y evita que la toque nadie- terminó de decir mientras se daba la vuelta y cogía la caja-¿Entendido? –terminó de decir mientras desaparecía.
Shippo se resignó a obedecer, después de todo, no entendía lo que pasaba, pero sí que era molesto y no debía de desobedecer.

Mientras en otra parte Sango se levantaba, había aparecido en el fondo del Pozo Devora huesos, se preparó su uniforme de trabajo y salió:
-No sé porque he llegado aquí, pero prefiero estar preparada, algo me dice que podría pasar algo –Se dijo para si misma la cazadora de monstruos.
Salió del pozo, de forma furtiva. Cuando salió del pozo se dirigió a toda prisa hacia la aldea; pero se sentía intranquila, sentía el peligro hasta en sus huesos. Luego se empezó a cuestionar; todo era normal; pero su primera impresión fue como si algo fuera mal, o como si no fuera como siempre. Cuando llegó a la aldea le sorprendió que todo fuera ligeramente diferente; saludó a un aldeano, para así asegurarse:
-Buenos días ¿Has visto…? – Sango intentó decir mientras el aldeano se daba la vuelta.
-Buenos días- Se quedó el aldeano.
Se miraron, Sango se preparo; lo que creyó un aldeano; era un horrible duende de un solo ojo que se le quedó mirando estupefacto. Cuando asía su arma el demonio empezó a gritar:
-¡Una humana! ¡Socorro!-De forma similar a la de que solían gritar las personas al ver un demonio.
De repente de las casuchas y de los campos un montón de demonios y seres sobrenaturales empezaron a perseguirla. Sango estaba en desventaja, además que no sabía donde estaban los aldeanos. Tenía que averiguarlo; así que se dirigió al templo de la anciana Kaede, así podría buscar ayuda. Cuando llegó al templo lo notó cambiado: todo tenía una apariencia oscura y siniestra. No tardó en comenzar a llamar a la anciana Kaede:
-¡Señora Kaede!, ¡Inuyasha!, ¿Hay alguien?-Empezó a decir- Por favor, que estén bien… (Dijo en un susurro)
De repente una presencia le sobresaltó; una enorme ogresa le salió al encuentro y con una potente voz dijo:
-¿Quién pregunta por mi, Kaede?
-Tú no eres Kaede- Rehusó Sango.
-Claro que lo soy- Contestó la ogresa, acercándose a Sango, la cual estaba en posición defensiva-¿Sabes, para ser humana me recuerdas a una conocida?
-¿Qué dices?- Preguntó un poco extrañada Sango.
-¡Sango ven a ver esto!- gritó la ogresa.
De repente el cielo se oscureció y una especie de llama voladora apareció del cielo. Bajando se pudo ver una silueta que bajó del cielo envuelta en llamas; se trataba de una especie de diablesa con un traje negro y un pelo azabache con partes de armadura; cargaba a una especie de gato:
-Vaya una humana, ¿Por esto me llamaba Kaede? –Dijo de forma desinteresada esta nueva criatura.
-Fíjate, esta humana es clavada a ti Sango.
Entonces Sango se fijó; delante de ella estaba algo parecido a un reverso oscuro o raro de ella misma. Creyó ver en el rostro de esa diablesa su mismo gesto y pensamiento y de pronto de su boca surgió la primera combinación de palabras que podía expresar sus sensaciones en ese momento:
-¿Qué diablos pasa aquí? – Percatándose también que esas mismas palabras había surgido también de esa diablesa. Entonces antes de que pudiera reaccionar una voz y figura parecidas surgieron casi de la nada.
-¿Qué pasa aquí?- Era Inuyasha.
Aliviada, Sango se acercó a su camarada, estaba más tranquila; relajada por ver a alguien conocido. Justo cuando casi había llegado hasta él, que como siempre estaba confrontando a esos confusos demonios; se le giró y dijo:
-Oye ¿Y tú quién eres?
La cazadora de demonios casi se cae de culo, y tras coger aliento encaró al medio demonio:
-¿Cómo que quien soy? Soy Sango –Dijo Sango enojada- ¿Dónde están Kagome y Miroku?
-Oye, ¿Qué quieres decir mujer? Sango esta allí –Dijo extrañado el medio demonio señalando a la diablesa que seguía con una mirada calculadora agracia ellos.
-Calma –Dijo la ogresa llamada Kaede – Es evidente que tu eres una humana que viene de otro mundo. Para que no sucedan más desastres debes volver al sitio de donde procedes o…
Justo tuvo el tiempo entonces Sango para evitar la garra de esa ogresa que dejó grandes zanjas en el suelo. Apenas tuvo tiempo adquiriendo una postura defensiva con una rodilla en el suelo.
-¿Pero no ibas a ayudarme?-Reprendió Sango.
-Claro o vuelves a donde perteneces o te destruimos no queda otra solución.
Sango saltó otra vez, esta vez esa contrapartida suya le atacó con una especie de garra ósea que era su mano deformada al grito de “Hueso volador”.
-¿Volver de donde provengo?-Se preguntó Sango en su cabeza mientras intentaba salir de allí- El pozo, claro.
Sango se giró evitando los golpes y se adentró en el bosque. Nadie parecía perseguirla. Más atrás Los tres seres sobrenaturales discutían:
-¿Por qué no vamos tras ella? -Dijo Kaede a Inuyasha.
-Pues porque no me parecía peligrosa. Además que se fue voluntariamente.
-Sí además que no merecía la pena –Dijo Sango diablesa- ¿DE verdad era raro que se pareciera a mi?
-Sí, tenéis razón, seguramente era lo que yo dije.
Sango, llegó al pozo, asustada se lanzó y aterrizó sobre el suelo, por lo menos ese era un sitio seguro. Inspeccionando el suelo encontró una caja de forma y color extraños que recordó haber visto poco antes de desaparecer. Recogiéndola del suelo tiro de una pequeña clavija, y entonces…

Miroku salió del pozo atándose su báculo a la espalda y con calma se dirigió al pueblo. ¿Cómo había llegado al pozo? ¿Dónde estarían los demás? ¿Todas las chicas de la aldea le habían rechazado ya? Estas y otras preguntas existencialistas rondaban su mente mientras llegaba a la aldea. Cuando llegó se fijo en que la gente no era la misma, bueno o sí. Pero había jóvenes muy guapas que no habían recibido sus atenciones (Además que otras personas se fijaban en él sin conocerle pero no se dio cuenta de ello claro). Bien al fin llegó al templo y saludó a la siempre atareada Kaede que estaba de espaldas.
-¿Buenos días señora?
Entonces esa figura familiar se giró dejando ver que no era una mujer y matando del susto al pobre monje budista.
-¡Oye tú! ¿Por qué me dices señora?-Dijo ese hombre encorvado y parecido a Kaede.
-¿Pero quién es usted? ¿Dónde está Kaede?-Dijo Miroku confundido.
- Yo no sé quien es esa tal Kaede, yo me llamo Kageromaru, aunque no es un mal nombre.- Respondió el desconocido a Miroku. Tras decir esto continuó- Pero si usted tiene problemas tal vez pueda ayudarle ¿Señor?
-Miroku, soy un bonzo monje budista; y creía que estaba en una aldea al norte del pozo devora huesos y de El Árbol Sagrado pero…
-Y esta es la única aldea que sigue esas señas-Espetó el tuerto Kageromaru-Oye, ahora que me fijo ¿No tendrás una hermana? ¿Verdad?
-No que yo sepa pero…
En este momento una voz femenina y suave llega a los oídos de nuestro bonzo desde la espalda y girándose de forma automática al oír tales armoniosos vocales para bañarse en la incomparable belleza que a la fuerza estaba a su espalda. La melodía que escuchaba era la siguiente:
-¿Qué diablos pasa aquí?
Esos acordes divinos salían de unos labios finos pero hermosos, que iban engarzados en dos pepitas de oro que estaban rodados por un mar de sedoso pelo. Una figura grácil y delicada era la parte de esta maravilla traída del cielo para él y todos los hombres. Miroku, no debía dejar esta oportunidad y siguiendo la doctrina de Buda de destruir el deseo, iba a consumarlo en el fuego de la pasión y del amor. Debía iniciar el cortejo de forma correcta y así lo hizo:
-¡Oh hermosa dama! ¿Podría darme un hijo?
La doncella se quedó sin habla durante un segundo y su contestación fue tajante.
-¿¡Pero qué dices estúpido pervertido!? ¡Aléjate de mí! –Dijo la susodicha, haciendo que su angelical rostro se tornase furibundo. Más Miroku ya había aprovechado para deleitarse con ese regalo del cielo, bueno, más bien en su parte baja; así que estar aturdido y apaleado por su sano brazo no fue demasiado cruel, ya tenía un regalo que llevarse a casa. Sí es que la encontraba.
-Bueno me tengo que ir –Dijo el mágicamente recuperado Miroku- Pero tu belleza me ha…-Miroku no pudo terminar con su galantería, se fijó en un par de rasgos que…
-Pues lárgate –espetó la doncella, que aparte de los rasgos antes descritos, posee unas orejas animales, unos colmillos y un kimono rojo.
Miroku se dedicó a mirarla bien.
-¿Oye pero qué haces?-Dijo molesta la medio demonio -¡Déjame en paz!
-Perdona, ¿Pero no tendrás un par de hermanos que…?-Preguntó Miroku.
-No sólo tengo una hermana mayor que me detesta, pero seguro que tu sí tienes una hermana.-Concluyó la medio demonio.
-Y su nombre señorita ¿Es?
-No creo que merezca la pena decírtelo, sobre todo si tú no me lo dices…-Dijo orgullosa.
-O mi nombre es Miroku, perdone mi descuido ¿Y él suyo es?
-Bueno, yo me llamo Inuko. Y si no quieres que te parta en dos, lárgate ya pesado.-Amenazó cogiendo a Miroku la mano pecaminosa por la muñeca.
De repente otras tres figuras desconocidas aparecieron en el templo:
-¿Pasa algo?-Dijo un chico moreno con el pelo corto y un traje extraño.
-Seguro que ha sido cosa de Mikami, esa libertina- Dijo un joven de pelo largo y traje de caza demonios.
-Seguro, esa nunca se está quieta-Añadió una criaturita de rasgos infantiles y una cola pequeña y peinada hacia tras.
Miroku observó, meditó con los ojos cerrados ignorando todo a su alrededor, y de pronto soltó:
-¿Usted es un joven de otro mundo con poderes? ¿Usted cazaba demonios con su clan hasta que murieron sus amigos y familiares? ¿Tú eres una cría de zorro huérfana? ¿Y junto a esta medio diablesa buscan una joya mística para vengarse de un ser maligno?
El grupo de desconocidos se quedó y patidifuso de lo rápido y acertado que había sido el extraño respecto a su vida. No habían tenido tiempo de responder apenas y sólo pudieron titubear.
-Bien, lo único que falta es…
Justo estaba elucubrando cuando apareció una chica, con unos vestimenta y tocado sencillos y aspecto vivaz que comenzó:
-Buenos días a todos- Dijo de forma ceremoniosa.
Entonces sus miradas se cruzaron; se acercaron de forma poética y parsimoniosa como con cámara lenta, cuando al fin se cogieron de las manos y dieron vueltas riéndose y mirándose a los ojos, comenzando luego con las presentaciones.
-Yo me llamo Miroku y soy monje budista-Dijo galante con un brillo especial en su mirada.
-Yo soy Mikami y soy exorcista-Dijo la aludida y emocionada chica.
-¡Pero que guapos y atractivos que somos!-concluyeron al unísono, dejando a los presentes aturdidos y confusos, además de avergonzados.
-Sin duda,-comenzó Miroku-esto es una experiencia en otro mundo porque todo lo que yo conozco está aquí pero distinto.
De repente el chico con ropas extrañas y que a Miroku le pareció similar a Kagome recordó algo:
-¡Ahí va! ¡Ya sé de dónde vienes!-empezó él-Seguro que has sido atrapado por “La Caja del Espejo”, la tiré al pozo esta mañana, y ha debido de traerle hasta aquí. Ese objeto parece que muestra distorsiones de la realidad o algo por el estilo-Concluyó la versión masculina de Kagome.
-Claro por eso las personas que son mujeres en mi mundo aquí son hombres, y viceversa.
-¿Quieres decir que es como un mundo al revés?-Preguntaron todos a Miroku al tiempo.
-Pues sí, pero tengo que irme-Dijo con una reverencia Miroku-.Ha sido un placer.
Se marchó de forma elegante hacia el horizonte, echando la vista atrás una vez para despedirse de todos.
Los otros se despidieron de forma conmovida.
Cuando no le vieron comentaron:
-Me alegro que aquí esté Mikami, si es igual de lujurioso que ella entonces todas las doncellas deben de tener problemas en ese mundo-Empezó el mata demonios.
-Sí -dijeron al unísono.
Cuando Miroku llegó al fin al pozo se lanzó y buscó la caja que tenía una rendija abierta, y al tocarla…

Inuyasha salió del pozo de un salto y de dos llegó al templo. Había un olor extraño en el templo. Cuando entró una figura le recibió: -Eres tú…

Kagome se encontraba en un sitio oscuro y estrecho, era como un trastero o algo. Había polvo y casi por tacto se guardó la “Caja del Espejo”. Llegó a ver una rendija, que era parte de una puerta corredera. Al salir de ese armario o lo que fuera, casi le ciega la luz, pero al acostumbrarse a ella reconoció el lugar inmediatamente. Ese sitio era su casa, y el cuarto por la posición debía de ser el de su abuelo, aunque era como un trastero en este mundo. De forma decidida bajó con los bártulos, sin percatarse de la figura que salió del baño a un cuarto. Cuando llegó al primer piso alzó la voz al darse cuenta de que había alguien:
-¿Hola? ¿Souta? ¿Mamá? ¿Abuelo? ¿Estáis aquí?-Preguntó ella.
Al instante tres figuras se pusieron al frente suya, en una fila casi como pidiendo una revista militar, eran su familia. Kagome se alegró de verlos pero parecían cansados y sus ropas estaban gastadas y viejas. Prefirió obviar eso y preguntar por sus amigos perdidos:
-Hola familia, este… ¿No habéis visto a alguien dentro de la casa verdad?
-No Kagome-Dijeron los tres al mismo tiempo casi sin respirar.
-Nosotros estábamos limpiando como nos dijiste hasta ahora hermana-Aseveró Souta.
-Hemos estado dentro, y si hubiese entrado alguien los de afuera, nos habrían avisado querida nieta…-Continuó su Abuelo.
-¿Hoy vas a ir al instituto? Lo pregunto sólo porque como llevas el uniforme de ir a clase-Se excusó su madre.
-No, iba a ir por el pozo…
Entonces un silencio incómodo se formó entre todos. Kagome se fijó en que le miraban, ¿Y sí en ese mundo no había pozo o algo, así? Kagome, dio un paso atrás y empezó a pensar una explicación y a titubear. Pero antes de poder decir nada su familia le preguntó:
-¿Al otro mundo con esa ropa? –Dijeron al unísono.
-¿No decías qué era ñoña?-Dijo Souta.
-¿Qué te hacía parecer infantil?-Dijo su abuelo.
-¿Además de qué te traía malos recuerdos? Además se puede manchar de sangre y eso.-Completó su madre.
Kagome se quedó sin habla ¿Qué diablos hacía su reflejo en este mundo para que toda su familia la trataran como su dueña? Entonces su madre cobró un aspecto serio, después de cruzar miradas con su familia, tomó aire y empezó:
-Hija, sí has recuperado la razón y volverás a ser como antes, quiero que sepas que te perdonamos. Pero si esto es sólo una broma cruel; te pediría que dejases marchar de esta casa a tu abuelo y a tu hermano. Yo soportaré todas tus cargas por ellos, pero por favor ¡Vuelve a ser como eras!-Dijo su madre en llanto, pero cuando Kagome intentó explicarse se oyó una voz a su espalda:
-¿Qué diablos pasa aquí?
La familia de Kagome se quedó muda, Kagome se quedó sorprendida y Kagome indignada. Detrás de la dulce y uniformada Kagome, se encontraba una encuerada Kagome. El aspecto de chica mala era poco: Maquillaje gótico, cinturones de cadena y pinchos, chaqueta de cuero y falda corta que encuadraban una camiseta de Metálica que no dejaba mucho a la imaginación.
Las dos Kagome se quedaron mirándose un minuto, la Kagome de cuero se puso nerviosa, y la ignoró:
-Abuelito ¿Qué diablos es esto?
Su familia se quedó patidifusa y no supo responder. Nuestra Kagome decidió hacer mutis. Al cerrar la puerta, la Kagome “mala” susurró:
-Abuelo…Dime…
-La Caja Espejo…
Kagome corrió hacia el pozo, necesitaba ayuda. Afuera de su casa había algo peor que dentro. Motoristas y seres de aspecto siniestro, gamberros y otras poco recomendables compañías estaban fuera esperándola. Fue pasando disimulando, al pasar la trataban con deferencia llamándola jefa o así. Pero no se fijó en el árbol sagrado y su extraño adorno clavado en el tronco. Por último sus amigas de siempre estaban con una cara rara las saludó:
-Hola chicas me voy ¿vale?
-Vale, mañana tenemos examen, podemos chivarte como siempre si quieres.
Kagome no respondió; y al saltar oyó como su otro yo riñó a sus esbirros. Ya había saltado al pozo, salió a toda prisa. Alrededor de la aldea sintió mucha energía maligna y cuando se acercó vio como los campos estaban siendo trabajados por humanos, aldeanos, encadenados y siendo hostigados por demonios. Era evidente que no podría pasar sin ser descubierta. Se adentró en el bosque. De repente un vendaval la sorprendió, y ante ella apareció Kagura. Kagome se asustó, pero Kagura hizo algo totalmente inesperado:
-Buenos días Kagome, ¿Qué te apetece hacer hoy?-Dijo la diablesa de forma educada-¿Ir a comer fuera?
-¿Ir a comer fuera?-Gimió Kagome.
-Sí, ya sabes los demonios atacan una aldea y les ordenamos que nos preparen todo lo típico. Ya sé, hoy te apetece ir de compras.
-¿DE compras?-Gimió de nuevo.
-Si, bueno lo hicimos ayer, eso de saquear un pueblo con demonios mientras te pruebas toda la ropa y joyas que puedes.-Meditó Kagura-¿Entonces quieres ir a ligar y salir con chicos?
-Es decir ¿secuestrar a los hombres más guapos de una aldea con los demonios mientras los miramos como a ganado?-Gimió Kagome.
-Sí, así que –empezó Kagura.
-¡NO! Tengo cosas que hacer -dijo Kagome disimulando- Vete a vigilar la aldea.
-Vale-Dijo sumisa Kagura.
Al poco tiempo se fue con sus poderes de viento y dejó a Kagome con dudas caminando sola en el bosque. Lo que le rondaba en la cabeza eran varias cosas, para empezar era que Miroku y Sango no podían estar en este mundo; ¿por qué era ella mala en este mundo?, y si ella era mala, ¿cómo debían estar sus amigos?, ¿o es qué acaso no estaban allí? Kagome conocía una posible causa a esa forma de ser de si misma, que Naraku la hubiese convertido o que la amargura por no poder estar junto a Inuyasha la hubieran afectado así. Se había alejado del pueblo suficiente. De repente sintió una presencia asesina. Un estruendo partió los árboles a su lado y oyó una conocida voz:
-¡No tendrás tanta suerte!-Decía su amiga Sango-¡No lucharé de espaldas y vengaré a todas tus víctimas!-Volviendo entonces el Hueso volador a sus manos y asiéndolo para dar un mandoble a una asustada Kagome.
-¡Espera! –Dijo Kagome a Sango esquivando uno de sus ataques. Se puso en pie y tiró el arco y las flechas a los pies de Sango. Puso los brazos en alto y dijo Kagome.-No quiero hacerte daño.
Sango bajó la mirada tirando su enorme y letal arma. Se acercó, desenvainando su espada en un instante y agarrando a Kagome del pelo y tirándole al suelo y acercándole el letal filo del acero al cuello.
-Pues es tarde, Kagome, ya me has hecho daño, demasiado. Nada va a impedir que te devuelva lo que tú me has hecho-Dijo al tiempo que lanzaba la estocada mortal a Kagome.
Esta se apartó zafándose de la presa de Sango lo más rápido posible, para evitar su propia muerte a manos de su mejor amiga. Ahora se fijó mejor en la ropa de Sango la misma, pero que estaba desgastada, había piezas de armadura de demonios sin apenas arreglar y ella parecía furiosa y triste, tenía una mirada furibunda y cansada. Esa versión suya la había hecho daño seguro ¿Pero qué haría ser a su amiga una asesina a sangre fría? Entonces se dio cuenta, mientras se intentaba alejar de Sango ¿Dónde estaban los demás? Kirara, Shippo, Miroku o Inuyasha. NO estaban con ella ni tampoco con Sango, entonces.
-¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Dónde están los demás?-Preguntó Kagome con la mirada cabizbaja y tapada por su flequillo.
-Encima me ¡Preguntas eso! –Dijo indignada-¡Tú les enviaste al infierno! ¡A todos! ¿Ya estás con tus numeritos de tortura mental? ¿Por eso llevas tú uniforme?- A Sango se le saltaban las lágrimas mientras hablaba-Primero te aliaste a Naraku, en secreto. Luego, sedujiste a Miroku, y le envenenaste lentamente, mataste a Inuyasha en tu mundo o le encerraste o algo peor, luego traicionaste a Naraku y lo mataste arrebatándole la joya y luego buscaste a Kikyo y la devoraste. Mancillaste a Shippo, ¡Haciendo que devorará a Kirara!, ¡Gracias al poder de la joya formaste un ejército de monstruos y bandidos que cumplen tu voluntad!-Sango se había acercado a Kagome que poco a poco, y ella estaba intentando asimilar todo esto ¿Ella sería capaz de hacer todas esas maldades a sus amigos? ¿Así acabaría también ella misma?-Así que ahora sólo te queda rendir cuentas en el infierno, porque es allí donde tu vas a ir, nadie vendrá a salvarte Kagome-Terminó de decir Sango a Kagome al tiempo que acercaba su espada a la garganta de una conmocionada Kagome.
-Espera-acertó a decir en un susurro casi inaudible Kagome pero una voz idéntica y más alta sonó a espaldas de las dos.
-Pues yo menos no te lo voy a impedir-Dijo la Kagome de este mundo con una mirada divertida la escena mientras se apoyaba en un árbol. De forma segura y decidida se irguió y comenzó a andar hacia las otras dos. Sango se sintió desorientada al ver a dos Kagomes al tiempo, dando un paso atrás. Intentaba pensar una explicación a esto, ¿una trampa de Kagome? ¿O es qué Kagome nunca fue mala y esa Kagome pérfida que había hecho de su vida un infierno no era más que Naraku en una nueva forma? Ojalá, en su interior la cazadora de demonios siempre deseó eso.
-Bien continua con lo que estabas haciendo, mátala, no te lo impediré-Aseveró la Kagome macarra- Luego si quieres podemos intentar arreglar nuestros asuntos, si me das el fragmento que ella posee y la caja te devolveré mi respeto y una islita para hacer de heroína todo lo que quieras.
Kagome estaba asustada. Sango cabizbaja ¿Cómo acabaría todo esto?

(Hasta aquí el segundo capítulo, pronto los personajes vivirán otras experiencias ¿Sobrevivirá Kagome a su reverso oscuro? Pronto el gran desenlace)

No hay comentarios:

Publicar un comentario