sábado, 13 de junio de 2009

En todas partes hay Dragones



Gracias a la serpiente, porque no todos tienen cruces en los altares, pero todos los pueblos tienen sierpes en la lengua; y no estoy dignificando la mentira, ojo; bueno no a las mentiras que duelen, si no a las que acunan, enseñan y permiten soñar no a uno en la cama sino a todos en la sala, en la ficción que forma la cultura. Y de todo lo ficticio, los mitos; y de todos los mitos, los dragones. De esas serpientes, con alas, cuernos, garras, que vuelan, escupen fuego que moran ahora en una cueva ahora debajo del mar. La serpiente de la Biblia convenció a dos tíos que tenían de todo, primero de que podían tener más y segundo que la perfección no se alcanzaba nunca. Se supone que eso tuvo dos consecuencias, primera que se acabo el chollo y comenzaron el sudor, la sangre, la mortalidad, el barro y el trabajo; y por otro lado el que las serpientes y todos sus primos con escamas vinieron con nosotros.
Barro, suciedad, sangre, emociones, amor, sexo, embarazos, gripe… todo lo bueno y lo malo de estar sobre la tierra, y para rematar saber que había cosas que estaban en lo profundo y en lo alto, cosas que solo se pueden ver entornando los ojos. Cosas que se oyen estruendosas y entre susurros. Pero al contra de las cosas leídas en los altares, las cosas que se oyen te hablaban de tu, pudiendo escoger incluso si los escuchabas o no.
Es el no conocer lo que en parte da la libertad, o más bien ser consciente de que no se tiene todo, pero que las cosas importantes, tras buscarlas, se pueden conseguir lo que da libertad y permite la esperanza. Lo que nos hace humanos por lo tanto no es ser perfectos, es saber que hay cosas que son diferentes a nosotros. Miedo, esperanza, ilusión, fatalismo, confianza. Las emociones nos hacen dar uso al corazón, y los ojos la razón, pero las cuatro, las dos cosas externas y las dos propias, se mezclan de muchas maneras.
Y así somos libres, gracias a los dragones, al miedo, al amor, a cosas muy grandes que surgen tanto de fuera como de dentro, pero que solo podemos coger cada uno, independientemente. No nos los dan.
Y hasta aquí las idas de olla de vuestro amigo y ciber vecino Mario.

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