Bruja
de las Afueras
¡Estás
en mi territorio! ¿Quieres que mis preciosos te arranquen los ojos?.
Preludio:
Recuerdas mucho como en tu infancia siempre tenías que moverte
lejos. Vivir en las afueras, en ese espacio entre ciudades; no del
todo "campo" porque no había sembrados o enormes bosques,
pero prados y carreteras, un poco de la incipiente montaña que se
veía de lejos, esas cosas; pero que no era la ciudad, no tenías
nada cerca en absoluto. Pero
estaba bien, como eráis pocos niños os consentían mucho, eráis
los príncipes, ibais
a todas partes jugando e incluso el pequeño bosquecillo era testigo
de vuestras trastadas.
Todo
eso se acabó cuando llegó el momento de ir al instituto. Los que
ibais
(unos no iban
y otros no siempre) teníais
dos horas en un autobús, lento para recoger al resto. Como eráis de
pueblo todos, aunque no os soportabais, formasteis peña "contra"
los de ciudad, los que vivían
más cerca del instituto vaya; no es que fuesen muy distintos de
vosotros. Pero ni ellos se fiaban de los niños asilvestrados ni
vosotros de los "pijos de ciudad". Pero el instituto tenía
esas cosas, y por mucho que "los salvajes" fuese un título
desagradable, formabais una manada de fieras. Hacíais de todo por no
mezclaros, hasta hicisteis la vida imposible a un
chico del pueblo que se colgó de una de ciudad. Tú la primera eras,
además de la clase, para esas cosas. Eras la jefa porque eras la
chica mejor de entre los
chicos.
Cuando
llegó un momento dado, fuiste tú la que cayó prendada de un chico
de ciudad. Fueron tus amigos los que te dieron la espalda y quienes
cargaron contra ti,
se empezó a hablar de lo peor en el pueblo. Nada, o apenas nada era
de verdad, con ese chico de pelo oscuro y piel clara lo único que
hiciste fue hablar. Al terminar el instituto, no aguantaste más y en
lugar de estudiar cerca buscaste plaza para estudiar veterinaria
donde fuese. Cuando terminaste planeabas volver al pueblo, tu pueblo;
pero eso fue imposible. Lo que antes era campo se convirtió en
polígono, las dehesas y bosquecillos estaban alambrados o
sustituidos por chalets baratos. Tu pueblo seguía ahí, pero
distinto.
Fue
ese chico de ciudad de pelo oscuro el que no había cambiado, y quien
te enseñó la razón...
Concepto:
Tu Sire era un monstruo del Sabbat, y tú después de los ritos,
también lo eres.
Esa mera incomodidad frente al cambio y la urbanización
que sentías cuando eras una niña,
ahora es rabia hacia los responsables, los vampiros traidores a Caín
que buscan preparar el mundo
para que los Ancianos lo devoren.
Tu Sire te abrazó y te
cedió un lugar a guardar, entre naves de ganadería y de
construcción; lo que antes era una pequeña colina, y ahora apenas
tiene árboles dignos de tal nombre.
Pero es tu Dominio, entre la naturaleza y el campo, en medio de lo
que para otros es un lugar de paso.
Cazas
a los rezagados que trasnochan o a los extremadamente madrugadores
trabajadores, obligas a que los extraños que pasen por tu zona te
paguen en Vitae a cambio de dejarles pasar. Te has
ganado reputación de conocer
la zona bien, además de ser extremadamente peligrosa. Tu Sire y
otros Tzimisce te han prometido poderes de mayor calado si aprendes a
dominar los que tienes a la perfección. Estás en ello.
De momento con conocer el
corazón de los que observas y dominar a las bestias de tus dominios
te sirve. Tus espías animales te avisan de muchas cosas.
Sugerencias
de Interpretación: Cuando
estás delante de otros iguales a ti, recuerdas ser algo parecida a
cuando estabas viva. Son los tuyos, les tienes que atender y cuidar;
de forma estricta claro.
Muchos se sorprenden de que no seas una Gangrel Rural o de que no
alteres tu forma. Pero tú eres tú, te gusta recordarlo a menudo.
Cuando
estás con tu manada cumples con deberes que se esperan de alguien
como tú, eres la Sacerdotisa
de manada después de todo.
Aun así, te guta que te profesen cierta reverencia, fruto de una
mezcla de miedo y de agradecimiento.
Cuando
no estás con tu manada eres la fiera guardiana de tu Dominio, aunque
sea una mezcla de hierro, asfalto y cemento con un tierra y maleza
mal limpiada. Aun te adentras en el bosque, pero en general prefieres
quedarte entre los edificios, viejos o antiguos, ya que tus sentidos
hablan de cosas peligrosas en el bosque.
Usa tus sentidos y a los animales del bosque que controlas para
conocer cosas que no deberías, y para amenazar a los intrusos; o
acabar con ellos.
Equipo:
navaja, cantimplora y pequeña olla, tienda de campaña, saco
de pienso, ropa y botas gastadas.
[Un par de explicaciones, para un Sabbat como este personaje prefiero usar a opción de Vampiros más Inhumanos de la página 85 del V20 y es lo que he hecho; y por otro lado no le he puesto Vicisitud porque el concepto de bruja no pega tanto como parece, y así le doy espacio a desarrollarlo e incluso para adquirir Koldunismo; no me gustan los Tzimisce centrados en Vicisitud por encima de todo lo demás. ¡Espero que disfrutéis del Día de reyes de parte de vuestro amigo y Ciber vecino Mario!]
Yo pensaba que los Tzmistes iban en piña a todos lados.
ResponderEliminarEso son otros, los Tzimisce son territoriales; y tienden a respetarse entre sí, más que trabajar juntos.
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