Buenas, debería escribir más y terminar cosas a medias... pero Alola es muy entretenida... Sin embargo, entre Pokéball y Pokéball, acabé viendo con mis amigos los dos primeros episodios de la miniserie británica "Black Mirror". Y puede que sea porque los allí presentes somos de una pasta algo especial (frikis vamos), pero no nos impresionó tanto. También porque aunque de oídas, sabíamos el primer episodio, su trama principal y punto de efecto.
Formalmente, ambos episodios están muy bien, tanto en los detalles técnicos y visuales, como en todos los aspectos narrativos, no tienen un pero grande... salvo que estas historias, la serie en sí, donde necesitaba brillar era en su mensaje; y creo que no puedo decir que sea brillante en ello, justo en lo más importante de ambas series. El concepto de exponer o elucubrar sobre los peligros de la tecnología está claro, y no falla del todo, pero en ambas historias he visto problemas, que creo que enturbian el mensaje, y no solamente por la posible tecnofobia...
Empiezo por el primero, que depende totalmente del efecto que tendrá el (salvo si eres espectador de la serie) ver al primer ministro follar con un cerdo para evitar la muerte de la princesa del pueblo (de las redes sociales). Todas las redes hablaron sobre este episodio cuando se estrenó, así que el impacto estaba algo deslustrado. Y ojo, las interpretaciones molan y tal, pero la moraleja se pierde en parte porque hay un par de mensajes contradictorios. Por un lado, en esta historia las redes sociales per se no son las que mueven más la trama, solamente la empiezan. La pantalla que emite el momento climático es la vieja televisión, es este medio ya antiguo el que da veracidad a lo que antes se consideraba un bulo en Internet, uno de tantos. El artista terrorista opta por firmar su obra, dejando caer que nunca tuvo intención de herir a nadie, pero entonces ¿por qué se suicida? ¿Pensaba que acabaría de otra manera si nadie sabía sus intenciones?. No lo entiendo, y no sé si siendo intencional, es coherente dentro del relato y su intención. ¿Por qué no asumir su responsabilidad? ¿Por la intimidad y el anonimato?.
Luego vimos el segundo episodio, que iba directamente de la anterior metáfora moderna, a la distopía orwelliana a 100 por hora. Y como distopía, funciona hasta cierto punto. Mi problema con esto es que intenta ser novedoso: en lugar de militares, ahora es la comunicación la que ha tiranizado directamente el espíritu. Entre cubículos de pantallas, la vida de los individuos está monitorizada y expuesta en productos de entretenimiento, pero como una nueva forma de religión. De nuevo, no sabemos cosas, en este caso como se llega allí. La conclusión es misántropica, no necesariamente tecnófoba, pero no diría que es algo mejor. Al final todos se venden, por una prisión más grande sin más además. Es esa desesperanza y misantropía lo que me separa de este episodio. Además de lo poco coherente que es pensar que quien limpia y hace otros trabajos pesados esté más gorda que otras ocupaciones claro.
Pero con todas esas diferencias, tienen similitudes, y en ambos casos es sobre el sexo. En la primera el sexo o algo parecido que sale es denigrante y tiene horribles consecuencias. A parte de la del primer ministro, la única persona que resulta herida por la policía es una periodista cuyo comportamiento se cuestiona, y que se deja claro que usa sus encantos de forma explícita para conseguir información, a cambio de actuar de forma irresponsable recibe disparos y su móvil. No sabremos nada del personaje, ya hemos visto que la temeridad y la falta de pudor son malos. Luego en la otra, el sexo solamente lo vemos como el refrito mercantil que es el porno, que es degradante y falso. Sabemos que hay familias en esa pesadilla virtual, nos lo cuenta... pero no las vemos, pero intuimos que son íntimas y comprometidas. Ah claro, y la sexualidad es parte de otras cosas: la reproducción y el matrimonio entre hombre y mujer, no hay más. Es decir, el sexo no debe verse para ser de verdad, debe ser para reproducirse. No hay otra cosa, y eso lo encontramos también en el primer episodio, y es triste. Imagino que no era intencional, pero es más triste si simplemente se regodearon en condenar el sexo como algo sucio. ¿Era necesario ser mojigatos?.
En suma, me parece un buen par de historias, pero tienen bastante pedantería y mojigatería, no me han atraído para ver el tercero, que para algunos ya era directamente tecnófobo. Y tras esta perorata creo que vuestro amigo y ciber vecino Mario hablará bien de una serie española ¡Hasta pronto!.
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